jueves, 23 de noviembre de 2006

No existen los cuentos de hadas

Alicia tomaba té con el Sombrero Loco y el Conejo, mientras el reloj señalaba una y otra vez que era tarde. Si, claro que era tarde llevaba una semana entera bebiendo aquella copa con absenta y el té se había enfriado. Unos extraños hongos insistían en que los comiera pero, su gata le había advertido contra el abuso de la Amanita.

Caperucita estaba cansada de llevarle la misma cesta una y otra vez a su abuela, que lejos de ser una amable viejecita, era una madura mujer, algo cascarrabias y adicta al Prozac. El Lobo la observaba desde detrás de un árbol, mientras se relamía porque Caperucita estaría mucho mejor que la Abuelita, de eso no había dudas. Además el asunto con los tres cerditos le había dejado muchas dudas acerca de su sexualidad y debía zanjar todo ello.

No esperen encontrar cuentos de hadas con finales felices, sino todo lo contrario. Ya se los he advertido, no digan que no les avisé.